Resumo
La escuela occidental contemporánea, al ser significada como uno de los ejes más importantes de la cohesión social, cumple un papel central en la socialización entre sexos, pues desde ésta se proponen herramientas para la comunicación, así como se promueven interacciones que involucran al lenguaje en su carácter simbólico. Al ganar competencia comunicativa los sujetos adquieren el capital para ocupar una posición en el campo, sin embargo, es preciso observar que no todas las especies de capital son aceptadas. Algunas se legitiman por el tipo de individuo que las disputa, otras simplemente son rechazadas.
Así que aprender lengua en la escuela es aprender las reglas del discurso oficial y adaptarse a éste; aunque toma tiempo, dicho aprendizaje es la posibilidad de ganar adhesión a un grupo social u obtener movilidad social ascendente; “adaptarse” a la norma lingüística tiene un implícito, y es el de instrumentalizarse discursivamente para lograr fines comunicativos. La lengua deja de ser, lengua materna, es decir, lengua de los afectos, para convertirse en lengua norma, lengua instrumento.
Se reflexiona en este capítulo, el fenómeno propio de la educación escolar, donde el lenguaje no sexista y sus conductas asociadas, aún no son vistas como un capital de prestigio susceptible de ser incluido en el currículo y es gracias a la iniciativa de maestras y maestros, quienes se forman en la perspectiva de género, que se abordan estas temáticas incorporando estrategias de la comunicación pedagógica más incluyentes, donde la consciencia en el uso del lenguaje es uno de los aspectos más relevantes en el proceso de construir saberes en el aula.
DOI:https://doi.org/10.56238/sevened2024.002-040